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Cinco años de la traición de Perpiñán

Hace cinco años, ABC desvelaba la reunión de Carod con la cúpula de ETA en Perpiñán. Poco después, la banda dijo que no atentaría en Cataluña y ERC tuvo sus mejores resultados en unas generales

Cinco años de la traición de Perpiñán

Si los socialistas hubieran aplicado algo de coherencia a su gestión, la reunión entre Carod-Rovira y la cupula de ETA, desvelada por ABC hace cinco años , hubiera supuesto un antes y un después en las relaciones del tripartito. Sin embargo, la deslealtad demostrada y confesada por el dirigente independentista, quien asistió a ese encuentro mientras ejercía de presidente en funciones de la Generalitat y sin informar al entonces mandatario Pasqual Maragall, no impidió que el pacto PSC-ERC-ICV se reeditara y que, además, el propio Carod fuera recuperado por José Montilla esta legislatura en calidad de vicepresidente.

Maragall llevaba sólo 36 días de gobierno cuando este diario publicó que Carod se había entrevistado en Perpiñán los días 4 y 5 de enero de 2004 con los dirigentes de ETA «Mikel Antza» y «Josu Ternera» con la finalidad de pactar una tregua en Cataluña . El líder de ERC negó que su intención fuera circunscribir el cese terrorista a Cataluña, aunque ese era un deseo que el propio Carod había dejado por escrito dos días después de que la banda asesinara a diez personas en la casa-cuartel de Vic (Barcelona) el 29 de mayo de 1991. «Os lo dije ya, hace medio año, en algún lugar de Euskadi, cuando en nombre de mi partido os pedí formalmente que no actuaseis en mi país. Ahora sólo me atrevo a pediros que, cuando queráis atentar contra España, os situéis, previamente, en el mapa», solicitaba en un artículo periodístico.

Carod perserveró y sus ruegos fueron escuchados, pues pocas semanas después de la cumbre de Perpiñán, ETA declaraba una tregua en Cataluña que, según confirmó la banda, ya había anunciado al ex «conseller en cap» de la Generalitat.Los fantasmas del pasado -Terra Lliure, su reunión con ex militantes de ETA en 2001...- volvieron a atormentar a Carod, quien presentó su dimisión al día siguiente de estallar la noticia. Una dimisión que Maragall se vio obligado a aceptar ante las presiones del PSOE, pero designó a otro republicano, Josep Bargalló, para que ocupara ese cargo, tras las amenazas de ruptura de ERC.

Concesiones del PSC

Comenzaba así una serie de concesiones por parte del PSC, traducidas en el endurecimiento de la política lingüística, la financiación del pancatalanismo y de las selecciones deportivas o la tolerancia ante las provocaciones del incómodo socio, como por ejemplo el boicot a la candidatura de Madrid como sede olímpica.

Pero el dirigente republicano sacó un enorme rendimiento de las críticas al jugar la carta del victimismo, lo cual enardeció a las bases independentistas. El 14 de marzo de 2004, es decir, dos meses después del «caso Perpiñán», Carod encabezó las listas de ERC obteniendo ocho escaños, siete más que en las anteriores generales.

Hay quien opina que si el tripartito logró superar aquella prueba de fuego, ya no habría crisis que acabara con él. Pero la hubo. Maragall finalizó su mandato tal como lo había comenzado, con una traición de ERC -el episodio de la foto de la corona de espinas en Israel fue puro vaticinio- consistente en votar «no» en el referéndum sobre Estatuto, el proyecto estrella del presidente socialista. Los republicanos fueron expulsados del Gobierno catalán, lo que forzó un adelanto electoral, del que el tripartito renació de sus cenizas con Carod nuevamente como número dos del Gobierno y con un plan: proponer un referéndum de independencia en 2014.

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